Quiso poner puntos a todas las “i” de su vida. Quiso nadar en mares de confusión. Y pese a que quiso encontrarse a ella misma, se equivocó de tranvía y se quedó tirada en la perdición. Y al vencer la decepción, quiso dar otro paso, otro paso sin saber por dónde andar. Quiso cambiar el mundo en tan solo un día. Quiso volver a empezar.
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Puso las cartas sobre la mesa, creó fronteras sobre el mar. “Sé que lo que quiero es lo que me ha faltado y ahora tengo un motivo para luchar”.
Y no volvió a caer en esos hoyos, tan comunes como abundantes. Sabía lo que le dañaba (lo había comprobado antes) y no pensaba en fallar.
Y en su barco no había espacio para la mentira, el miedo y la desilusión; los había abandonado hace tiempo, pues le partieron el corazón. Más ligero aún era el equipaje (que lleno de fe, fuerza i motivación) preparaba el largo viaje (nadie sabía dónde) porque no importaba el destino, solo contaba la intención.