22 de abril de 2011

Cuando sobran las palabras, te derrumba lo evidente


Cuando algo me hacía sentir mal, lo primero que miraba era qué era ese algo y como enfrentarlo, como arrancarlo de raíz. Me ha gustado siempre luchar contra mis problemas, básicamente por el alivio que sentía cuando ya lo había hecho. No me daba miedo y si hay algo que considere bueno en mí, es la valentía que saco (no sé de dónde) en ciertas situaciones. Me he dedicado siempre a quitar de mi camino todo aquello que me hacía sentir mal, como si de mala hierba se tratara.
Las complicaciones vinieron cuando la única manera de luchar contra el problema era no luchar. Mi papel en la batalla siempre había sido activo, y era activo como me gustaba. No sé quedarme sentada y esperar que las cosas se hagan,  pero a veces esta es la única manera de resolverlas.
Es así como cada situación que me plantea la vida, la peleo, busco por donde cogerla y voy hacia ella, aunque a veces, como una idiota, acabe pegando al aire. 

21 de abril de 2011

La voix de la conscience

A cero y medio de doce en el reloj para ser las tres, mis diecisiete años y nadie quiera saber cuantos minutos se revolcaron por mi cabeza juguetones. La casa en silencio les ayudaba y el tictac del reloj les ponía en escena.
Los engranajes de mi mente estaban más lubricados que en cualquier hora, y mientras me ponía en mil papeles, pensando mil y una cosas y jugando con nadie quiera saber cuánto cabello hay en mi melena, cierta hora de la madrugada había llegado.
Son esos momentos que todos tenemos; a mi derecha sentada en el sofá estaba la dama de blanco con ese aro en la cabeza irradiando luz. Esa misma que perdía toda su armonía y encanto cuando me culpaba por todos mis errores.
A la izquierda, sentada en el brazo del sofá con una mirada desafiante, me contemplaba esa mujer de melena morena y tez blanca, que con su vestido rojo y su larga cola afilada me ponía en bandeja todas y cada una de las tentaciones que he llegado a tener.
Hoy, a cierta hora de la madrugada y diez minutos de más, las tres compartíamos esas veladas, en las que acompañadas de una tenue luz y alguna copa de vino, pasarían por románticas. 
Ese par de eternas enemigas esta noche estaban en paz, o mejor aún, contra mí.

18 de abril de 2011

Nostalgia


Que mejor manera de sentir que verle a él, recurrir a las pocas fotos que tengo, después de con un clic y un par de decisiones más, lo borrase de mi vida (quién sabe, si para siempre).
Ahora mirar sus fotos era diferente. Algún día podía sentir todos y cada uno de los momentos que alguna vez vivimos juntos. Veía sus manos, su cuello, su espalda y hasta el roce más frágil entre ambas pieles se revivía en cada uno de mis poros. Miraba sus ojos, que para cualquiera que los viese, serían los ojos menos especiales del mundo, y que para mí eran singulares ante todos los demás. Quizás no fuesen sus ojos, quizás fuese su mirada, pero nunca una mirada me había pellizcado de esa manera lo más profundo de mí. Esos ojos pequeños y negros (un negro que brillaba de una forma que jamás podré describir) me dijeron más mentiras (o eso creo aún) que las que su boca me llegó a decir (y no eran pocas). Me he dado cuenta de que la única condición que debe cumplir una persona en tu vida, para que no la olvides jamás, por más que pasen los años y ya no sientas nada por ella, es hacerte daño.
Hoy sin embargo, a las once, casi las doce de la noche me he vuelto a acordar de él. Ahora no lo hago muy a menudo, pero cuando lo hago, lo hago con la misma intensidad que meses atrás. Miro su foto y hoy, sentí algo diferente. No vi a esa persona que me despertaba una atracción fatal y que se había reído de mí (con más o menos conciencia) durante tiempo. Hoy veía a ese niño que lo pasó mal y que ha intentado por todos sus medios poder ser normal (que sigue la norma), y por consecuente, no hacía más que caer de error en error. Ese pobre niño que no tenía culpa, o solo en una mínima parte de todo lo que es. Que tal vez te sonría por no llorar. Con esos ojos, esos ojos que...

Nada



Había leído rápidamente una hoja de mi vida que no valía la pena recordar más.
Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible liberarme. Una tremenda congoja fue lo único real para mí en aquellos momentos.
Nada, Carmen Laforet.

17 de abril de 2011


Pensad por un momento toda la sangre que esta mirada, tal vez un tanto soberbia, llegó a derramar. Pensad todo el daño que puede hacer un ser humano; único entre millones, de carne y hueso como el resto de los mortales, practicando la crueldad sin ningún tipo de límites. Tal vez, él fuese tan o más débil que cualquiera de las personas que mató, tal vez hubiese sido más sencillo acabar con él de una vez, pero ¿qué hizo que ese hombre hiciese lo que llegó a hacer? ¿Qué hizo que un solo hombre, levantase a millones más y crease una guerra mundial? El director de la orquesta de la muerte, el jefe de una banda criminal rebosante de poder. Un hombre, un simple hombre contra todo el mundo y él, por decirlo de alguna manera, les ganó.
¿Porqué?

11 de abril de 2011

Cuando pierdes el aliento

Expirar. Suspirar. Coger aire, expulsarlo. Sentir que en cada golpe de aliento se sale una parte de ti. Tal vez te desgarre la pérdida, tal vez no.
Sonreír y pensar. Dudar porqué sonríes. Pensar porqué dudas. Expirar de nuevo. Todo cambia, tal vez no estés listo. Suspirar. De nuevo el vacío, de nuevo en el punto de partida. La vida te pone retos difíciles ¿verdad? extraños. Reír. Esta vez toca reír por esa situación que no tiene ni pizca de gracia. Expirar. Es lo que hay. Suspirar. Otra vez igual. Conformarse. Ahora me conformaré con lo que tengo, sin anhelar inalcanzables, sin alcanzar mis anhelos. Límites. Ésos que por ignorarlos, me pasé media vida golpeando. Y vuelves a expirar (cansino, pero es la base de tu vida). No arreglarás el pasado, pensándolo demasiado tarde. Expulsar el aire. Todo empieza de nuevo. Quiero saber si hice lo correcto aunque nadie me apoye. Expirar. Con calma. Suspirar. No puedo evitar darle vueltas. No quiero equivocarme. Perfeccionismo. Ésa es la espada con la que me he apuñalado todo este tiempo. Suspirar. Lava su sangre. Expirar. Cojo aire. Tal vez haga falta una copa. Brindaré conmigo a solas. No viviré siendo mi mayor enemigo. Suspirar. Choca los cristales y pégale un trago. Expirar. Todo bien. No importa lo que pase ahí fuera, ya me importó durante mucho tiempo. Suspirar. Como nueva. Suspirar otra vez. Que gran pérdida de aire. Y otro suspiro de nuevo. Más libre todavía....