Cuando algo me hacía sentir mal, lo primero que miraba era qué era ese algo y como enfrentarlo, como arrancarlo de raíz. Me ha gustado siempre luchar contra mis problemas, básicamente por el alivio que sentía cuando ya lo había hecho. No me daba miedo y si hay algo que considere bueno en mí, es la valentía que saco (no sé de dónde) en ciertas situaciones. Me he dedicado siempre a quitar de mi camino todo aquello que me hacía sentir mal, como si de mala hierba se tratara.
Las complicaciones vinieron cuando la única manera de luchar contra el problema era no luchar. Mi papel en la batalla siempre había sido activo, y era activo como me gustaba. No sé quedarme sentada y esperar que las cosas se hagan, pero a veces esta es la única manera de resolverlas.
Es así como cada situación que me plantea la vida, la peleo, busco por donde cogerla y voy hacia ella, aunque a veces, como una idiota, acabe pegando al aire.