27 de febrero de 2011

Arte menor


El agua caía fuertemente golpeándome, pero no me importaba, solo te tenía en mente a ti, solo tenía en mente tus duras palabras, tu juego, tu indiferencia. Solo tenía en mente todo el tiempo, todos los meses, lo equivocada que había estado. Un golpe de aire helado se llevó en su vuelo mi sombrero de cuadros verde oscuro y negro. Decidí que no importaba tener un sombrero menos, y con un gesto de despreocupación seguí  adentrada en mis pensamientos. No diferenciaba las gotas de agua con mis lágrimas, ni el sonido de la oscura calle con el de tu voz.
¡Un momento, tu voz! Para cuando quise girarme, ya te tenía al lado, con tu rostro alegre, con esa sonrisa que me encantaba mirar y contemplar, noche y día y que sin duda te caracterizaba. Te limitaste con amabilidad a devolvérmelo. Lo agarré fuerte, con una fuerza similar a la cantidad de odio que me inspirabas, y sin soltar palabra me fui. Continuaste avanzando conmigo, sin importarte nada mi anhelo de soledad. La única palabra que cortó la melodía de la lluvia fue un perdón. Seguimos andando en silencio. Seguramente tú también pensabas cuánto daño nos habíamos llegado a hacer.
No eran necesarias las palabras, sabías que ningún perdón borraría lo pasado…

26 de febrero de 2011

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Tu mirada, no la puedo recordar a la perfección, pero sí recuerdo el pánico que resultaba. Tampoco me acuerdo de tu voz, por desgracia, tu cara me la muestran las fotos y un vago recuerdo de años atrás.
Situaciones, son escasas las que me quedan en la memoria. Algunas de ellas son un tanto desagradables, pero siempre he intentado dejarlas en un segundo plano. Puede que ahora lo vea fácil, puede que me haya sido más fácil que para otra persona, puede que en el momento lo afrontase con más valentía de la que podría tener 9 años después, pero realmente considero que nunca he llegado a ser plenamente consciente de la gravedad de tu ausencia, como un shock permanente. No es cualquiera el que se fue en esa ida sin retorno. Por supuesto que nada se acabó ahí, pero todo cambió radicalmente.   
Nunca te he escrito nada, siempre ha sido un tema que he esquivado bastante y no sé porqué ahora siempre tengo en mente. Tal vez sea porque es uno de los momentos en el más que te necesito.
Nuestra relación fue bastante especial, y ahora va a hacer más de media vida que estoy sin ti. Tan precozmente aprendí el verdadero significado de la palabra pérdida. Nada más de pensar en que ya son nueve años, dudo que puedas llegarte a imaginar lo que siento. Puede que la Montse de los ocho años hacia atrás sea una persona totalmente diferente que la Montse de los ocho años hacia adelante. Hay cosas que quieras o no te cambian, te obligan a cambiar y no te dan más opción.
Tus defectos, que eran demasiados, han hecho daño, pero tus virtudes no todo el mundo las podía conseguir. Dentro de todos tus errores, siempre fuiste mi modelo a seguir. Quiero que sepas que cumpliré las mejores expectativas que alguna vez hubieses tenido sobre mí.
Nueve años después de ese negro mes de noviembre, en el que yo te esperaba en casa aunque fuese en silla de ruedas, yo sigo aquí, hablándote como si estuvieses delante de mí. Siempre lo hago. Tal vez lo estés.


Se subasta esperanza.


Puede que cuando me di cuenta de que el odio no era la solución, ya fuese demasiado tarde. Puede que ya se hubiese acabado el tiempo de ir hacia atrás y arreglar los desperfectos. De perdonar, de dejar fluir hasta llegar al olvido. Pero el destino lo quiso así, y yo, no pude hacer nada ante eso.
Es difícil saber que quieres y encontrar lo que debes, pero combinar el deber con el querer es más difícil todavía. Y aunque las esperanzas existan sin cesar, no hay un solo motivo para que esto valga la pena. No quiero engañarme, hay cosas que no funcionan y no se pueden arreglar.
Es inevitable, incoherente y absurdo. Ahora no es el destino que lo quiere así, ahora soy yo la que busca el error al mismo tiempo en el que intenta huir de él. Pero la vida es un camino, lleno de rutas para elegir. Siempre elijo la peor, la más complicada.

25 de febrero de 2011

Que me sabe a libertad, callarme entre tanto ruido


Dependía de un paso, de una flexión, un pequeño impulso y no habría vuelta atrás ni garantías de algo mejor. Fui cobarde, siempre lo he sido. Y si estoy aquí, con mi decisión   colgando de un hilo, no es por valor, es por cansancio. Si estoy aquí, no es por demostrar ni por demostrarme, es por cambiar, porque ya he tocado hondo.
No sé volar, no llegaré dónde tu siempre quisiste que llegara, nunca he sido lo bastante bueno para ti. Si estoy aquí, no es para que me quieras, para que vuelvas conmigo, es porque tenías razón. Y ya lo ves, cien metros me separan de la libertad, me abren la puerta del olvido, y yo, no me atrevo a saltar. Aunque no lo creas, nadie se ha dado cuenta de todo esto, lo hice un poco a escondidas.  Soy como una sombra en medio de la noche, o una estrella en mitad del día.
¡Pero se acabó! Al fin tomé una decisión y he elegido no retroceder. Un paso más para que se manifieste un adiós, un paso más hacia lo desconocido.

16 de febrero de 2011

hapiness

Buscaba imágenes de felicidad, imágenes felices. ¿Pero puede una simple fotografía, inanimada, material, ser capaz de manifestar aquello que el hombre anhela desde el más temprano de los tiempos?
Me limitaría a considerar la felicidad como algo utópico, pues los únicos rastros que deja en nuestra vida son vulgares comentarios e ilusas frases. 
Me asombra el reto que ésta impone en nuestras vidas, ¿pero es que a caso la felicidad, en su concepto, común para todos? Lo dudo.
Lo malo de los conceptos abstractos es la ambigüedad que manifiesta en diferentes individuos. ¿Podría considerar entonces, que la felicidad es simplemente una aspiración diferente e individual en cada uno de nosotros? ¿Podría considerar entonces que cada persona tiene su propia felicidad? 
Buscaba imágenes de felicidad, imágenes felices. Pero la manera en que éstas la manifiestan suele ser común. Relacionamos felicidad, con luz, con naturaleza, con espontaneidad, con libertad...
Y es curiosamente en la coincidencia conceptual de éstas, es donde ves que por más individual, personal e íntima sea cada una de nuestras felicidades, todas tienen un fondo común, la misma base. Pues por más diferentes que seamos, todos tenemos un mismo origen, y es el retorno a nuestro mismo origen, la base de nuestra felicidad.

15 de febrero de 2011

Que bonito nombre tienes.


Vivía esa alegría ilógica, como todo lo que hago, desordenada, necia, prescindible, estúpida (como yo). Es ese el impulso que me hace actuar, la base, mi ley, inútil, perezosa, despreocupada, inocente (estúpidamente inocente), feliz.
Pero avisó la vida cansada de tonterías. Esa vida que te da una de cal y otra de arena (precisa, exacta), con sus porqués sin respuesta, con sus llantos y sonrisas, y otra de cal y otra de arena (exacta, precisa).
Y de repente no sabes porqué pero te llega esa brisa; que no te dice dónde pero te lleva, que no te dice cómo pero lo hace (misteriosa, inquietante), como el destino. Y haces lo que nunca hubieses hecho (absurdamente, estúpidamente absurdo), pero lo sientes y lo haces, guiada por la brisa (tu destino), tan precisa, exacta, como la vida.
Y vuelves adonde estabas y acompañado de la estupidez; tan sencilla como compleja, tan concreta como ambigua, tan perfecta, tan estúpida (como la vida), tan misteriosa, tan sorprendente (como el destino).