Puede que cuando me di cuenta de que el odio no era la solución, ya fuese demasiado tarde. Puede que ya se hubiese acabado el tiempo de ir hacia atrás y arreglar los desperfectos. De perdonar, de dejar fluir hasta llegar al olvido. Pero el destino lo quiso así, y yo, no pude hacer nada ante eso.
Es difícil saber que quieres y encontrar lo que debes, pero combinar el deber con el querer es más difícil todavía. Y aunque las esperanzas existan sin cesar, no hay un solo motivo para que esto valga la pena. No quiero engañarme, hay cosas que no funcionan y no se pueden arreglar.
Es inevitable, incoherente y absurdo. Ahora no es el destino que lo quiere así, ahora soy yo la que busca el error al mismo tiempo en el que intenta huir de él. Pero la vida es un camino, lleno de rutas para elegir. Siempre elijo la peor, la más complicada.
Esperanza y expectativas, que COSAS tan horribles...
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