3 de diciembre de 2011

Circular

Son ese tipo de palabras que me erizan la piel, que activan seis de mis cinco sentidos.
Yo seguía con la boca cerrada; esquiva a sus miradas para no dar ningún margen de error, para no invocar ningún tipo de sospecha sobre la alocada dirección de mi auto control. Seguía serena, con la sonrisa entre cerrada, con la sonrisa medio abierta, irónica, con ese gesto en la cara que suele tener la gente cuando controla una situación. Pero faltaba lo básico, la esencia de esa realidad: la calma.
En cambio él sin ningún tipo de disimulo continuaba su repertorio ignorando mis adentros, medio inmune a mis afueras. No necesitaba disimular porque no ocultaba nada, él jugaba con ventaja. Entonces, de nuevo mi mente se perdía para naufragar entre el infinito debate moral, de mostrarme o de seguir sin mostrar nada, y así, volvía a perder el hilo de la conversación hasta que la mencionaba nuevamente.
Son ese tipo de palabras que no sabes como, pero dicen más de lo que en sí mismas podrían decir. Rebeldes a su naturaleza, salvajes con su comportamiento. Que despiertan lo que en ti ya está hecho cenizas, que encienden lo que en ti ya está dormido y te dejan expectante... Pero al volver a la realidad, toda la expectación se concentraba en mi mirada, curiosa por saber si él sabía lo que me estaba haciendo, o simplemente, lo hacía sin saberlo.


2 comentarios:

  1. im presionante! crec que el millor text teu que he llegit! sin palabras montserrat !

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