6 de enero de 2012

Simplemente genial

El  mar encajonado presentaba sus  manchas de brillante aceite a mis ojos. Los buques resultaban enormes con sus altísimos costados. A veces, el agua aparecía estremecida como por el coletazo de un pez, una barquichuela, un golpe de remo. Yo estaba allí  aquel mediodía de verano. Desde alguna cubierta de barco, tal vez, unos nórdicos ojos azules me verían como minúscula pincelada de una estampa extranjera….Yo, una muchacha española, de cabellos oscuros, parada un momento en un muelle del Puerto de Barcelona. Dentro de unos instantes la vida seguiría y me haría desplazar hasta algún otro punto. Me encontraría con mi cuerpo enmarcado en otra decoración.

Nada - Carmen Laforet

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