Ya no solo me pican los minutos, con su larga punta afilada y sus sesenta tics (
osegundos); sino que el paso del tiempo alimenta mis picaduras hasta que grandes llagas me tratan de leprosa.
A mis
quinientasveinticincomil picaduras, unas
cuarentaytresmil por mes; me levanto para recordarte que eramos un DOSperfecto, aunque lo intentes olvidar.
preciós!
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