30 de agosto de 2011
Síntomas
Esque siento que se abre mi alma y se expande por todo el universo como si de una libertad salvaje se tratara, descontrolada, omnipresente y pura. Explosiva y aterradora; eufórica y movida. Y yo me elevo con ella, en potencia de exponente infinito, me eleva y me eleva, y me hace sentirme una con el mundo, y me hace ser un grano de arena, y me convierte en un huracán.
(Explosiva otra vez, aterradora cada vez más.)
Y vuelvo a sentir que todo está a mi alcance, que todo es asequible. Y digo todo, porque me eleva al todo y me reduce a la nada, haciendo que la diferencia entre susodichos antónimos desvanezca. Volviéndolo todo absurdo, transformándolo todo en coherente, estúpidamente coordinado: perfecto. Y golpea mi alrededor con armonía, haciendo gemir mis pensamientos, hasta ahora tímidos, de placer.
(Que hoy la esencia del destino estaba escrita -y mañana también lo estará-.)
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