Que la agonía tenga nombre propio,
tal vez el mío,
tal vez el tuyo,
tal vez el de ambos.
Entonces, la agonía,
tiene un nombre propio mestizo:
tal vez los nombres propios mestizos no existan,
tal vez tampoco exista mi agonía.
Que los delirios tengan un sinónimo parcial.
Tal vez realidad,
tal vez cordura,
tal vez verdad.
Entonces si los delirios son ciertos,
tal vez cuerdo esté el loco,
y tal vez loco esté el cuerdo.
Y si mi vida tiene un adjetivo (especificativo),
que por favor éste sea calmada.
Tal vez sea así como me gusta,
tal vez sea así como no cansa.
Y puestos a hablar de ella,
descubrí que era una simple obra,
donde el espacio se sostenía sobre maderas,
donde actores se volvían las personas.
Pero se me olvidó el guión,
pasaban las horas en el reloj y esto nunca acababa...
(Y repentinamente se bajó el telón)
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